A partir de un hecho (la negativa de un soldado cristiano a ceñirse, en una parada militar, la preceptiva corona de laurel), Tertuliano fue redactando sucesivamente los tres escritos que aquí se ofrecen: La corona, A Escápula, La fuga en la persecución. Aquel hecho insólito provocó el escándalo y el rechazo de la sociedad pagana, pero también la discusión entre sus camaradas cristianos y en la misma iglesia local: buena ocasión para que Tertuliano ?un doctor acostumbrado a instruir a los catecúmenos? se pusiese a redactar el tra-tado de La corona. Mediante una argumentación doctrinal e histórica, prueba la carga idolátri-ca de la corona, algo lógico en una sociedad totalmente dominada por la idolatría; pasa luego a examinar la discutida compatibilidad del cristiano con el enrolamiento en el ejército. Con la defensa de aquel soldado disidente, Tertuliano mostraba una espiritualidad de ruptura, la que le llevó también a entender la vida cristiana como una preparación para el martirio. En su carta pública a Escápula, procónsul de África, Tertuliano comienza informándole de la actitud con que los cristianos suelen afrontar toda amenaza de persecución, le avisa sobre los castigos divinos que pueden caer sobre él, refuta las acusaciones que se lanzan contra los cristianos, elogia incluso su civismo y termina suplicando para ellos su benevolencia. Con La fuga en la persecución, responde Tertuliano a la pregunta de un obispo amigo: ¿Se puede huir en la persecución? Tras probar que Dios es el último autor de la persecución y explicarla luego como un juicio, condena toda fuga, también el rescate, que viene a ser una fuga. Concluye respondiendo a otra pregunta: cómo celebrar la eucaristía dominical en plena persecución. Al final se despide con una apelación al Paráclito, muy propia del montanismo. Con esta trilogía, el lector curioso podrá conocer la situación sumamente difícil en que vivían los cristianos del siglo III y la reflexión teológica que buscaba explicarla y ayudar a soportarla.